viernes, 5 de agosto de 2011

SIMBOLISMO.

El kirchnerismo está contruido sobre símbolos, y esa sea quizá una falla a revisar por sus asesores de imagen.

jueves, 4 de agosto de 2011

Candidato envasado al vacío.

Al envasar un alimento al vacío, extrayendo el aire que lo rodea, se consigue que se conserve más tiempo sin alterar sus propiedades.
Imagino una estrategia de marketing político en el que se "envasa al vacío" al candidato en cuestión. Será necesario que muestre lozanía, integridad, frescura, buen color. No podremos acceder a su interior hasta después de comprarlo. Desconocemos su sabor y su aroma, pero sus valores nutricionales están declarados, es cuestión de creer o desconfiar...
El consumidor harto de una dieta que no lo divierte, más allá de que le convenga o no, decide oponerse a ese régimen y quiere un cambio urgente. Patalea, desprecia, rechaza, tira el plato a la mierda, escupe la comida en la cara, cuestiona los ingredientes, la cocción, desonfía enormemente de que ese alimento lo beneficie.
Todos tenemos derecho a elegir qué comer, analizando realmente qué es lo que cuestionamos; dados los niveles de violencia discursiva es sumamente complicado llegar a ese grado de análisis.
Quien reclama calma y diálogo no está sinceramente dispuesto a desarrollarlo.
Día a día surgen situaciones que complican al gobierno; merced a la velocidad con que aparecen no hay tiempo ni paciencia para investigar seriamente si se trata de hechos comprobables o denuncias explosivas y sin fundamento; apenas se empieza a esclarecer surge un nuevo tema que tapa al anterior, y así se perpetúa una cadena de acciones opositoras que llevan a la neurosis a cualquier ciudadano cuerdo.
No es de extrañar que haya llegado al poder un ciudadano PRO, con un discurso desideologizado, optimista hasta el bigote, cuya consigna es "Vamos bien" sin indicar cuál fueron los logros, ni cuáles los proyectos concretos. Esto es lo que denomino un candidato envasado al vacío. Quizá es lo que se necesita después de años comiendo platos tan suculentos; no me alcanza la cerrazón como para deslegitimar un resultado electoral.
La estrategia sigue siendo admirable: un producto envasado al vacío perdura más que el resto.
Rechazo la concentración de poder, no me gusta el conflicto. No soy oposición (*).

(*) Esta frase merece una lectura especular.

Zucundúm!

La discusión tocó el extremo; la susceptibilidad de todos quedó en carne viva y sentí culpa por ello. Tan sólo diciendo "perdonen por el exabrupto pero Macri es un PELOTUDO", estalló la guerra feisbuqueana en mi muro.
Apenas fue el epígrafe de un vídeo en el que se mostraba un fragmento de un programa de Susana Giménez en el que la animadora lo recibía tranquilizándolo de antemano "... no te preocupes que de política no vamos a hablar Mauricio...", minutos después repasando las triquiñuelas del candidato para conquistar a su hermosa mujer Susana cita una anécdota que en realidad había sucedido entre Juliana y su anterior pareja; en fin una situación sumamente bizarra.
Los comentarios a partir de mi publicación fueron escalando importantes niveles de violencia discursiva.
Días más tarde lancé al aire un auténtico elogio hacia Durán Barba, ahí vino la segunda escalada revolucionaria en contra del orden estatuído en mi muro; realmente me resultó insoportable tanta agresión y tanta descalificación; automáticamente pensé en cómo nuestros mandatarios no hacen declaraciones ni participan en debates públicos mientras nosotros sí lo hacemos, especialmente en las redes sociales; esos mismos que reclaman paz y tranquilidad, aniquilan en conjunto a quien se opone a la oposición.
Traté de serenarme y transmitir eso mismo a mi muro; banalicé mis publicaciones; neutralicé todos los focos de conflicto.
Rechazo la concentración de poder, no me gusta el conflicto. No soy oposición.